El sistema de frenos de cualquier vehículo es fundamental para la seguridad de un automóvil. Este sistema se ocupa de la detención y disminución de velocidad del auto. Por ello, es indispensable evitar que presente oxidación y corrosión que afecten su funcionamiento.
Los frenos modernos trabajan gracias a la hidráulica; el líquido de frenos hace que la presión generada por el pedal sea llevada hasta los cilindros de las pinzas o de los tambores. Éstos presionan las balatas, los discos y los tambores que, a su vez, hacen que las ruedas disminuyan su velocidad.
El líquido de frenos tiene una composición capaz de resistir aumentos de temperatura en el sistema debido a la fricción que se genera entre las balatas y los discos. A diferencia del agua, por citar un ejemplo, no hierve a 100 °C. Por otro lado, esta formulación tiene elementos que son altamente corrosivos, que al entrar en contacto con metales, si no son limpiados, aceleran el proceso de oxidación y comienzan a dañarlos.
Este fenómeno ocurre, en el momento en el que hay aire en el sistema de frenos que a su vez lleva consigo partículas de agua que, junto con el líquido de frenos, inician la oxidación por dentro de las líneas de frenos. Como el líquido de frenos no circula dentro del sistema.
Una vez que hay óxido dentro del sistema, este se puede mover por todas las mangueras y en los depósitos, por lo que la corrosión se esparcirá rápidamente.
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